jueves, 21 de marzo de 2002

Exposición ANTONI CLAVÉ. Jaén.











CLAVÉ DONDE EL HOMBRE Y EL ARTE SON UNO.

Una vez más la madrastra se hace madre a medias, pues no es una madre completa aquella que se acuerda de su hijo cuando éste ya ha alcanzado fama y glória. Hablo de España -la madre- y Clavé -el hijo-. Aunque realmente las etiquetas de propiedad nacional sólo son para un artista, especialmente hoy en día que tendemos a una globalización, desgraciadamente demasiado agrisadora, que anula el nacionalismo restrictivo a la producción artística.

Conocí a Calvé a principios de 1990, gracias a un trabajo de investigación sobre la presencia de  los diferentes procesos de estampación artística en el grueso de su diversa obra plástica. Aquella investigación que hoy, con la distancia, reharía por completo, tuvo algo muy bueno: la oportunidad de conocer personalmente a Clavé.

Siendo yo tan joven, mucho más ignorante e inexperta de lo que pueda ser todavía, aun hoy me pregunto cómo este artista , consagrado ya hacía muchos años, tuvo la paciencia de perder el tiempo conmigo y dedicarme su palabra, por escrito y en persona; palabra de la que sigo sacando provecho y conocimiento. Me encontré con un hombre de una discreta presencia física, acompañado de su esposa Madelaine, que se notaba más que él; quizá porque me fijé en su suave pelo blanco.

Él nació en Barcelona, en 1913, -fecha importante para comprender el carácter del artista y su obra-. Si pesimista era el panorama social de principios de siglo, que provocó la nebulosa encabezada por el dadá,no lo es menos el de los años 30-40. Empezando por Wall Street (1929) y siguiendo con todos los acontecimientos que culminaron en una segunda guerra mundial; sin olvidar la guerra civil española. Así la Abstracción que, precursada  en 1910 por Kandinsky, había ido ganando terreno al dadá y demás tendencias, se convierte en la filosofía artística del momento evolucionando de lo geométrico a lo expresionista.

La diferencia para Clavé, entre estos dos tiempos (1916 y 1940) de evolución artística, estriba en que en el segundo juega un papel y por su convivencia dentro del ambiente en el que se producía la evolución. Y, desde esta perspectiva, verá como al abstracto lo sucederán el op-art y, sobre todo, el pop-art y las tendencias derivadas de este último, como consecuencia de la sociedad de consumo que se genera tras la recuperación de la depresión de la postguerra.

Clavé también es testigo, desde su incesante labor en la paz de Saint Tropez, del vacío que se produce después del conceptual, como él mismo dice: "... Hay una resurrección del dadá, ... y mucha ignorancia de lo que ocurrió desde fines de XIX."

Aunque la infancia y primera juventud de Clavé se desarrollan coetáneamente con el devenir de los años veinte y treinta , el mundo artístico europeo se le abre cuando ya es adulto. Él y el círculo de artistas con los que se relaciona saben lo que se está haciendo en Europa; sus primeras obras y carteles dejan adivinarlo. Pero no hay contacto directo. Sabemos que España -de forma general, pues siempre hay "individuos"- no iba a la cabeza de las vanguardias sociales y culturales. aunque Barcelona se halla cerca, no deja de estar al sur de los Pirineos. Por otras parte, la familia Clavé, socialmente, pertenece a una clase modesta, lo que contribuye a la dificultad de contactar con el extranjero.

Con el fin de la guerra civil española, en la cual formaba parte del derrotado bando republicano, marcha a Francia. Pasa unos meses en un campo de refugiados en Perpiñán y, siendo auxiliado por un amigo de esta ciudad, abandona el campo y llega a París, con la declaración de la segunda guerra en ciernes.De este modo aprehende el panorama cultural del momento, junto con el precedente a su llegada.

Durante la segunda guerra mundial y en los años siguientes se da un ambiente artístico en París y dentro de él está el grupo de los españoles. Al comienzo de la guerra, Clavé intentó salir de Francia, pero las tropas alemanas se lo impiden. De modo que, desde ese momento y por muchos años, su actividad se desarrolla en París. No solo se dedicará a la pintura, sino que también al grabado o la litografía y a la escultura. Todo es cuestión de contar con los medios (tiempo y espacio, además de un mínimo económico imprescindible para subsistir) cuando llega el momento creativo oportuno. Desde el año 1965 hasta la fecha, se dedica a este devenir en sus talleres de Saint Tropez. Lugar en el que estableció su residencia definitivamente, a pesar de mantener su estudio de París.

Texto: Isabel Moreno Montoro. Jaén, abril de 2002.

miércoles, 20 de marzo de 2002

Exposición CRISTINA MARTÍNEZ. Sitges


 KACHINAS, ARGONAUTAS Y BICHOS CORRETONES. 
CRISTINA MARTÍNEZ ABELLÁN, CERÁMICA ARTÍSTICA.

La exposición está sembrada, a modo de tótems, de una decena de Kachinas. Muñecas que provienen de los indios Zufi y Hopi de Norteamérica, que las realizaban en madera, coloreadas y adornadas con plumas y accesorios. Literalmente, en hopi, significa “portadora de vida”. Son “espíritus respetados” de todas las fuerzas invisibles, desconocidas de la vida. Espíritus de plantas, aves, minerales, difuntos, planetas, estrellas…

Las Kachinas son regalos de vida, magia y misterio, y Cristina Martínez presenta una serie, con mensajes bien definidos: Kachina www”, la reina de la comunicación; “Kachina Hermes Web”, el mensajero de la reina; “Kachina El Lluvia”, el que rompe las nubes con su hacha, provocando las tormentas; “Kachina La Lluvia”, atrae las gotas de agua para sí, protegiéndose espantada de la tormenta con su tocado pararrayos; “Kachina Frailecillo”, atrae la pesca en los días muy azules; “Kachina Lira”, atrae a las hembras de cualquier especie de pájaro, imitando el sonido, el canto de todos ellos, a modo de grabadora/reproductora. Tiene el don de la voz; “Kachina Tilonorrinco”, es el artista de los pájaros. Con su particular exposición de tesoros, cristalitos, plumas, hilos, chapas, caracolas, etc., sobre todo tipo de colores azules, llama la atención de los hombres, esperando pacientemente que les guste su obra, y si no la cambia; “Kachina Sideral Thannhauser”, una de las tres puertas del espacio; “Kachina sideral Andrómeda”, una de las tres puertas del espacio; “Kachina Sideral Orión”, Una de las tres puertas del espacio.

Obras realizadas en barro refractario, con engobes y óxidos, o gres, en el caso de Kachina La Lluvia, también con engobes y óxidos, cocidos a 1270º.

Cristina Martínez presenta una trilogía de Argonautas, realizada en barro refractario con engobes: “Argonautas a Zahara de los Atunes”, “Argonautas a Sitges” y “Argonautas a Oltra”. Preciosas obras que irradian un espíritu mágico, de humor y ternura, en los espacios que su autora decide conquistar. En la mitología griega, los Argonautas eran héroes que navegaron con Jasón, desde Págasas hasta la Cólquide, en busca del Vellocino de Oro.

La exposición se completa con la serie “Bichos corretones”, como su nombre indica, un bestiario muy especial que desprende ternura, realizado en barro refractario o gres en reducción o con óxido y engobes: “Antílope Kerala”, “Oso Hormiguero”, “Unicornio”, “Pájaro Tanios”, “Caracoles”, “Caballo Gabriel”, “Caballo Lola”, “Caballo Eolo”, etc.

El resultado de la exposición en Pau d'Arara desborda belleza, misterio, magia, delicadeza, carácter y genialidad. Genialidad inherente al que busca, entregado a desvelar los secretos y dominar la técnica milenaria de la cerámica, al tiempo que explora la experiencia en numerosos talleres para niños y para adultos, compartiendo su maestría.

Texto: Francisco Lara Mora.