sábado, 10 de julio de 2004

Exposición MIGUEL SANTAMARÍA. Sitges











DIÁLOGOS.

Dialogar no es un acto solitario, es una manera de establecer un puente para comunicarnos y poder entendernos. Antes, la fuerza de lo conocido nos hacía cómplices del entorno, ahora, parece que somos todos extraños en un mundo también extraño.

Van cambiando nuestras miradas, nuestras relaciones y van cambiando nuestros trabajos. La complicidad con los objetos se va separando más y más de aquello que llamamos realidad. Vamos aceptando lo distinto, aprendemos a ver de otra manera. Todos entendemos, hacemos nuestros propios juicios. Los límites de la obra de arte son cada vez más amplios y no es fácil saber donde comienzan o acaban. Como consecuencia, la reacción que produce la mirada ante la obra, va cambiando con los tiempos.








Dialogar es una manera de establecer uniones, complicidades. La materia, en este caso la porcelana, permite establecer diferentes diálogos. Formas, colores, texturas, nos hablan de maneras diferentes y el azar que lo impregna todo, también interviene. Nada está descuidado y en cada acto el azar nos asalta modificando nuestra perspectiva.

Las contradicciones están ahí; lo duro y lo frágil, lo grande y lo pequeño. Las dimensiones de los objetos son relativas, dependen de la visión que adoptemos, lo pequeño puede ser la parte visible de lo grande y como tal, hacernos intuir lo que está oculto.

Todo está en la mirada, todo depende del sentimiento,no hace falta decir, simplemente insinuar, el observador aporta el resto.

La obra habla, unas veces grita, otras simplemente susurra.

Texto: Miguel Santamaría.

jueves, 1 de julio de 2004

Exposición RESU GIL. Brieva (SG)








PINTURAS, RESU GIL
. Hinojos (Huelva) 1953.

Cuando la expresión camina por conceptos etéreos se puede llegar a lo inconcreto sobre el realismo de las marismas de Doñana. También se puede expresar la simbiosis entre lo visual y lo soñado a través del color que flota en el soporte de la tela. Pero quizás lo más importante es el trasfondo emocional qeu queda a medio camino entre la figura y el contexto, entre la realidad y la creación personal. Resu Gil acaricia las marismas, los atardeceres, los bosques y las aguas, evita el dramatismo entre lo material y lo etéreo, simplifica el camino y transforma lo evidente en un ejercicio de liberación personal y necesario. 

Seguramente su mundo está más cerca de las formas y colores de sus cuadros que del marco cotidiano de una realidad evidente y compartida. Hay un innegable esfuerzo de convencerse a sí misma de que el mundo es de otra manera, y que esas percepciones de sensibilidad sureña nos son simplemente guiños de colores entremezclados. hay muchas tensiones internas, muchas misteriosas reacciones difícilmente comprensibles. Ese mundo tortuoso y cromático, aflora con la facilidad de un devenir  natural, de reflejos y destellos que ahora son como deberían ser.

Más que un pretexto, la pintura de Resu Gil refleja una necesidad. Pintura sin brusquedades, armónica, elaborada desde la ensoñación y el color. Expresión de un esfuerzo por llevar al lienzo la dificultosa irrealidad creativa. Un camino de luces y sombrasen que los suspiros son más importantes que los trazos y las lágrimas más verdad que cualquier figuración objetiva. En ese proceso de desmaterialización se adivina la generosidad de los anhelos, el protagonismo de la constancia, la pasión por dominar la plasmación de los colores, al explicarse lo inexplicable.

Hay también, una fuerte pretensión de querer volar muy alto, pero con los pies acariciando el agua, el viento, los amarillos intensos de los horizontes de todos los días. Quizás si se liberaran todos los soportes, si todos los colores estuvieran en la más total de las libertades, si todas las formas no fueran la afirmación de nada, sise perdieran todos los miedos a volar a lo más alto, las marismas de Doñana serían el cielo.

Texto: Eliseo de Pablos..