domingo, 14 de octubre de 2007

Exposición MATT LAMB. Sitges











MATT LAMB, RASGOS PROPIOS DE UN ARTISTA AMERICANO EN BARCELONA 

Matt Lamb nació en Chicago el año 1932. Los años siguientes, en su ciudad natal, fueron más bien inseguros y en fuerte y dura competencia con otras ciudades, en aquellos momentos con más empuje, como Nueva York o las de la Costa del Pacífico. Por eso la vida en la ciudad de los lagos era percibida, des de la existencia cotidiana y des de su anterior esplendor, tal vez como aun más intensa y más dramática. Vivir allí era un enfrentarse constantemente con el sentido de la existencia y de la busca de una razón para la subsistencia.

A Matt Lamb el entorno humano se le convirtió en su primera y propia realidad y empezó a pintar no porque hubiese aprendido unas lecciones que se lo permitieran sino porque la pintura era el vehículo más idóneo para expresarse, para exteriorizar su intimidad.

Pero, ¿cuál podía ser esa intimidad que sentía la necesidad de exteriorizarse? Pues aquella misma que le constituía por haber nacido en aquellas tierras, por el modo de subsistencia que su entorno familiar se había buscado, y porque la sociedad en la que vivía solo aceptaba personas hechas según un molde adaptado y estructurado de antemano, puesto que aquella sociedad no quería saber nada de la gente sin ribetes, amorfa, nada de los marginales, que implacablemente empujaba hacia su periferia.

La pintura, mucho más que la escritura, es un lenguaje directo que permite la expresión inmediata; quien pinta no necesita subterfugios para comunicarse. Solo debe coger los colores y lanzarlos a su derredor; caigan como caigan serán la expresión de la voluntad que se ha servido de ellos para provocar aquella dispersión, y quien encuentre aquellos colores dispersos y extendidos por su entorno, inmediatamente adivinará que hay alguien que así lo ha provocado y dispuesto, porque nada tiene una forma, o una presencia, que no provenga de una intención y de una voluntad expresa. Esto es así porque en nuestra gestualidad hay la expresión más directa y más inequívoca de nuestra manera de ser. Esto no se alcanza con las palabras, que provienen de un consenso que solo socialmente es inteligible. Lo más cercano a eso, para aquellos que no conocen el vehículo convencional de entendimiento mediante palabras, son el balbuceo y los gemidos. Con la pintura, sea cual fuere y, obvio, con cualquier embadurnamiento de una pared - los célebres murales de todas las ciudades dan testimonio de ello – todo el mundo puede expresarse; no en vano dijo el poeta: escrito en la pared con yeso. Con palabras, no, pero sí con el grito y los gemidos todo el mundo se entere de que hay alguien que proclama algo.

Matt Lamb, por su propia persona y por su propia circunstancia fue a parar a la pintura. Nada extemporáneo resultaba ello por aquel entonces; por los años mismos en los que llevaba a cabo su aprendizaje pictórico expresivo en Chicago, en otras ciudades del país y con inquietudes expresivas similares, Jackson Pollock - empujado por sentimientos, obsesiones y necesidades vitales, por motivaciones de una psique perturbada emocionalmente y socialmente, y por unas inquietudes ineludibles de raíz afectiva e intelectual - había optado por un sistema expresivo que consiste en borronear sobre un muro, un papel o una tela, todo lo que, porque se siente como provocación, como deber imperativo, se debe plasmar en una superficie visible. Pollock ofrecía la tela como la declaración de un manifiesto, tal vez circunstancial pero totalmente real, verídico y sincero.

Esta manera de hacer es obvio que no era propia ni exclusiva de Pollock; otros artistas dentro de aquel contexto también así lo hacían: cada uno según su temperamento o el sentir e intención de su discurso plástico. A partir de un momento dado aquella forma expresiva, que desde entonces se la aceptó ya como de arte, se la designó como informalismo, arte otro y, en los Estados Unidos, expresionismo abstracto. Por lo que ya se lleva indicado, esa manera de pintar no se puede tachar de amorfismo informal; en cambio sí que es correcto designarle como arte otro o como expresionismo abstracto, porque esa es su forma de manifestarse. Lamb lo adoptó a partir de los años cuarenta. Había encontrado la propia manera de exteriorizarse a sí mismo y proclamar su discurso, comunicar a los demás aquello de lo que él creía debía hacerles partícipes.

Lamb, como Van Gogh, había entrevisto en el arte una dimensión predicadora; veía en la pintura el medio más idóneo para anunciar la atención al prójimo, el ser solidario sin ofender al otro, lo que no se alcanza con la palabra, que acostumbra a marcar distanciamiento cuando se trata de explicar lo que nos rodea. Con la pintura no hay fronteras, todo el mundo entiende lo que ve y lo entiende directamente, sin intermediarios. En la pintura no hay el recelo que a veces puede parecer se amaga bajo la palabra.

Forma y contenido en la obra de Lamb.
Esta es la pintura de Lamb; está ahí, presente, al alcance de los que a ella se acerquen. Es así como él siente la pintura. Por eso, para que ello sea un hecho y su circunstancia personal quede comprometida, desde los primeros años setenta se dedica a pintar. Encuentra en su entorno inmediato las coloreadas y psíquicamente libres pinturas de los indios americanos, a las que desde la abstracción y del expresionismo plástico se ha vuelto a prestar interés. Hay también los precedentes murales del arte mexicano, cuya justificación es la expresividad impulsiva de cada creador; pintura que quiere mostrar lo que ha de oír el espíritu de las gentes que se encuentran vagantes en el seno de una sociedad que aunque predica la moral social y personal no actúa en consecuencia. En el ambiente creador de formas, pero también para la captación de la vida real de la sociedad, hay un principio que antes de ahora no actuaba tan directamente sobre las maneras de ser, pero que ahora condiciona y coordina casi toda gesticulación y comportamiento personal: es el surrealismo, aquel fundamento que sabemos que nos constituye y que siempre pone de manifiesto, en toda acción social y personal, las motivaciones libres y sinceras que configuran nuestra personalidad. Los artistas, más que nadie, son afectados por este factor que establece la línea de nuestra conducta y de su expresión. Esto motiva que tanto para ellos como para cualquier otra persona, cuando nos mostramos a través de nuestra conducta espontánea, ésta no sea una ilustración de lo que hemos aprendido sino que manifiesta la simple expresión de lo que sentimos, de lo que nos parece son los hechos y las cosas.

En la pintura, el expresionismo abstracto sigue esa vía; ese surgir de dentro corresponde a una intensa premeditación seguida de una rápida ejecución. Lamb, que sigue por esos vericuetos veinticinco años después de Pollock y de Ashile Gorky, reduce el primer condicionante de la intensa premeditación a un procedimiento, designado dip (significa "inmersión" y consiste en una suspensión grumosa de color líquido y materias sólidas), establecido por el artista y que cabe entender como un rito iniciático para hacer propicias las trascendencias para un proceso inicial de la creación pictórica, situación llena de imponderables gestuales y materiales que, mediante el dip, se convertirán en el soporte de la expresión plástica de una visión reflexiva posterior, cuando el artista retome los magmas de confusa mezcla espontánea de materias inertes, convertidas en vivas por el hecho mismo de aquella interventora humana impulsiva. Todos aquellos complejos magmáticos ya consagrados pasarán a ser obras plásticas que reflejarán lo que inicialmente fueron actitudes, reflexiones y reacciones viscerales y morales.

De todas maneras en el dip están incluidos muchos de los procedimientos de que se han servido los artistas norteamericanos para convertir en real, según un hacer propio y personal, el arte del siglo XX. El más típico y característico es el dripping (la pintura, las materias, puesto que son dispuestas sobre el plano plástico de una manera compulsiva, escapan por todas partes); consecuencia de ello y por trabajar sin un concepto previo de composición, el all over es el otro rasgo (la pintura se expande por la superficie plástica sin limites ni fronteras que puedan determinar una composición). El tercer rasgo característico es el hard edge (unas líneas firmes, seguras, tajantes, delimitan y encierran, por imperativo del mensaje, los magmas pictóricos). Sin embargo, las pinturas de Lamb no son ni minimalistas (en el espacio plástico no hay nada más que lo que se ve) ni conceptuales (lo que plásticamente hay presente es una idea, un signo, o una parte del mismo); Lamb no sigue esas maneras de hacer porque su obra va muy cargada de dimensión predicativa, moralmente sancionadora e intención ejemplar, puesto que esos son los impulsos de su creatividad plástica. En su obra no hay motivaciones estrictamente estéticas, aunque tampoco las descuida ni margina.

No obstante, es curioso: esas obras tan compulsivas se emplazan al margen del tiempo, aunque quizás sea este factor uno de los rasgos de su cualidad pictórica mural y predicadora, puesto que el tiempo está allí plasmado en la dinámica del gesto y en la de su expansión por el espacio, ello al margen de todo tiempo cronológico. El automatismo y el paroxismo en estrecha fusión son los condicionantes directos de la obra.

El arte – toda la abstracción expresionista es muy consciente de ello – no es reflexión (eso sería ciencia o filosofía) sino plasmación del goce y de la alegría de vivir, de la agitación del movimiento y de todas las energías e impulsos que conmuevan a un ser vivo. Lamb lo sabe, lo ve alrededor suyo: en las formas de la naturaleza y de las cosas hay las actitudes de los hombres que las ven, que las hacen suyas, adaptándolas, modificándolas o aceptándolas tal cual se manifiestan. Es esa proyección sentimental de los otros, pero que también es la suya, lo que él siente necesidad de plasmar en sus obras. Para Lamb la expresión artística no pide esbozos ni planteamientos previos, porque todo lo que se tenga que expresar ya está formulado dentro de cada individuo creador y, puesto que se trata de una expresión plástica, solo es necesario realizarla. Ese es uno de los rasgos distintivos del arte contemporáneo y el que convierte sus obras en páginas espirituales, tanto de la percepción del artista como para una orientación del observador para que capte y se entienda a sí mismo. Es por ello que para Lamb la abstracción estricta no tiene sentido y lo que busca es la forma que expresa, que, a menudo, esa forma expresiva recoge vestigios de diferentes formas de sentir y de explicarse la propia historia, puesto que los humanos somos individuos insertos dentro de un grupo social que arrastra una difícil trayectoria, casi imborrable y siempre persistente. El arte recoge y plasma la totalidad de esa dimensión.

Si la profundidad del alma se midiera con las palabras que uno posee, mediante las cuales uno es capaz de expresarla, quizá la profundidad del alma también se podría medir por la cantidad de colores, en todas sus gamas y variantes, que uno es capaz de captar y, en consecuencia, la profundidad del alma del artista sería su expresión cromática, de la que no estaría alejado la capacidad para el dibujo.

Recuperación de una simbólica base.
Hasta aquí todo eran condicionantes sociales, territoriales y de educación; a partir de este momento todo lo que manifestemos es nuestra propia manera de ser y lo resolvemos según creemos sea lo más adecuado, o lo que nos place porque nos identificamos con ello.

La gestualidad, condicionada de base por el dip y tratada sucesivamente por una actitud que toma en consideración lo que creemos o lo que pensamos con relación a nuestro entorno de los deseos que experimentamos y que quisiéramos ver realizados, esta gestualidad acaba ordenando las manchas y los magmas que hemos plasmado en los espacios plásticos.

Una de las intencionalidades básicas de Lamb no es la de plasmar un mundo ingenuo, hasta cierto punto irónico, mundo en el que todo sería gracioso y poético, sino que la intencionalidad de Lamb sería la de restablecer en torno a nosotros la pureza de las bienaventuranzas evangélicas, que son las del Evangelio pero que también pertenecen a todos los pueblos.

En este sentido, pero en lenguaje pictórico moderno, Lamb se instala dentro de la línea de los pintores moralistas como El Bosco, Brueghel, Patinir o, más reciente, Gustave Moreau, en donde cada uno desarrolla una iconografía nacida de su imaginario personal, formalismo que no está alejado de una ética trascendente censuradora de los comportamientos y de las maneras de actuar de los humanos; mundo también representado por William Blake, creador de nuevas imágenes que el artista quiere que nos hagan sentir con profundidad la dimensión de una vida que no hemos sabido estructurar, pero de la que al artista le asiste el derecho de ensayar estructurarla. Este tipo de artista no se puede considerar similar al de los elaboradores de formes actualmente conocidos como outsiders, porque a diferencia de otros creadores los outsiders se encuentran bien acomodados e instalados en este mundo nuestro, que pretenden es convertirlo en agradable y mostrárnoslo útil. La obra de Lamb no va por este camino; ante los ensayos vitales fallidos, por medio de la pintura nos ofrece experimentar el dolor y la furia interiores para que ningún sufrimiento sea inútil ni deje de tener sentido.

Reconociendo toda la fuerza que la obra de Lamb tiene en tanto que pintura del espíritu contemporáneo (las bases del surrealismo y los impulsos del expresionismo abstracto están ahí presentes y constituyen su raíz), obra que además admite la estricta consideración aislada de un puro formalismo creativo, esa obra no impide, no obstante, que toda ella ofrezca una dimensión religiosa. Podemos hallar en sus colores y en sus embolismos lineales y cromáticos la presencia inmediata de todos los aspectos del alma, sus profundidades, angustias, inquietudes; se trata de una obra radicalmente animista. Cada lienzo plantea una cuestión comunicativa, provoca que uno quiera atrapar su sentido. Mirándolas, se percibe inmediatamente que hay alguien que nos dice algo y que tal como nos lo dice es ya entendible. No se trata, pues, de símbolos sino de expresiones directas, las inmediatas internas del diálogo y de los sentimientos del alma de cada cual.

Para que todo ello sea evidente, Lamb recurre a la totalidad escenográfica del Evangelio y, en especial, nos transmite los pasajes más esperanzadores, con las anunciaciones, las epifanías, los encuentros y, cuando plasma las escenas de la crucifixión, el Jesús que nos ofrece es el de la alegría de la resurrección, un Jesús en aleluya, un Cristo bailarín, acogedor; todo ello sin negar que estén allí presentes los colores del sufrimiento, de las agonías, pero trascendidos.

La obra de Matt Lamb se ha convertido en una obra de acompañamiento moral, como lo buscan y quieren tantos artistas; los colores lo facilitan, las iconografías nos invitan a ello. Las obras de este artista son para recorrerlas con los ojos, primero, inmediatamente después verlas desde el pensamiento y, finalmente, buscar su compañía, porque todos estamos necesitados de una revaloración existencial. 

Texto: Arnau Puig, filósofo y crítico de arte.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Exposición ERNESTO KNÖRR & CARMEN CASTILLO. Sitges








La galería de artes aplicadas PAU D`ARARA, que ha celebrado su octavo aniversario en Sitges, presenta desde el día 12 de septiembre una doble exposición de esculturas. La exposición se podrá visitar en horario comercial, de lunes a domingo, en el número 9 de la calle Mayor de Sitges, hasta el 10 de octubre.

ERNESTO KNÖRR
El trabajo de Ernesto Knorr, escultor nacido en Vitoria, pero que vive en Asturias desde 1982, ofrece un lenguaje muy personal, caracterizado por el acoplamiento de formas geométricas elementales para configurar estructuras más complejas.

En sus esculturas, de carácter abstracto y constructivista, predominan los juegos de tensiones en los que la combinación de elementos simples permite obtener resultados escultóricos sugerentes.

Su enigmático concepto del movimiento y de los equilibrios, a veces imposibles, es un elemento fundamental a la hora de valorar su obra.

Los materiales empleados para las esculturas son principalmente el acero cortén y, en menor medida, la madera. Con ellos Ernesto Knorr configura obras tanto para la realización de exposiciones como para encargos en trabajos de mayores dimensiones para lugares públicos o al aire libre, centrándose aquí en el acero cortén como material principal.

En esta línea ha realizado últimamente las esculturas:
“Secuencia II” y “Expansión Vertical” en la autovía A-1.
“5 Esculturas” para el Parque Metropolitano de Granada.
“Dinámica” en Gijón.
“Levante” en el Espai D’Art de Elche.
“Árbol Singular” en Pola de Siero en Asturias.
“Siroco” en Puerto Rosario en Fuerteventura.
“Inercia” en Rubí-Barcelona
”Picos de Europa” en los jardines de la Casa de la Cultura de Cangas de Onís.
“Tolerancia” para Parqueastur en Corvera de Asturias.
“Árbol” en la Plaza Mayor de Infiesto.

Cuenta con obra al aire libre en los Museos de Aracena, Alcalá de Henares, Huelva y Salamanca.
Ha realizado múltiples exposiciones en España: Madrid, Barcelona, Valencia, San Sebastián, Oviedo, Gijón, Vitoria, Burgos, Valladolid, etc.

En el extranjero: Ámsterdam, Breda, Groningen, Gante, Carcasonne.

CARMEN CASTILLO. Zaragoza, 1959.
Tras quince años de exposiciones , con unas huellas muy características, la obra de Carmen Castillo se ha abierto un importante hueco en el panorama nacional, tanto en las colecciones privadas como en las obras de carácter público.

Lo primero que llama la atención en los trabajos recientes de Carmen Castillo es que continúa manteniendo un intenso equilibrio de proporciones, bajo esa figuración filiforme, de aires metafísicos, que supera los argumentos meramente volumétricos para ofrecer lecturas espacio-temporales. En sus piezas, las horas parecen detenerse en la invisible mirada de las cabezas que sugieren tensiones y movimientos.

Nacida en Zaragoza pero asturiana de adopción y residencia, la escultora compagina el análisis de la materia y ese diálogo con el espacio. Quizás, porque su carrera es un cúmulo de búsquedas, guiños expresivos, y ritmos totémicos; escenografías, en fin, que simbolizan el absurdo teatro del mundo a través de emociones personales.

La clave de su éxito parece estar en su peculiar manera de estilizar la figura humana, que sin duda recuerda a Giacometti pero sin un ápice de su angustia existencial (Fernando Poblet llegó a definir las esculturas de Carmen Castillo como “giacomettis a quienes les sienta mal el clima suizo”). Los troncos rotundos, los brazos insinuados y las pequeñas cabezas proporcionan a las esculturas –por contraste– una gran expresividad, de la que sabe sacar buen provecho la autora, que no se limita a los pequeños formatos, sino que tiende siempre a la monumentalidad, con independencia de la escala que use.

Cuenta con esculturas en espacios públicos:
“A la Avellanera Asturiana” Infiesto. Asturias.
“Al Pastor de los Picos de Europa”. Benia de Onís. Asturias.
“Contra el Racismo”. Corvera de Asturias.
“Monumento a la Primera Universidad”. Palencia.
“Danza”. Hospital de Oss. Holanda.
“Dansaire”. Rubí-Barcelona.

Así como esculturas en los Museos de Aracena, Huelva, Cáceres y Alcalá de Henares.
Ha realizado múltiples exposiciones en ciudades de España( Madrid, Bilbao, Oviedo, Barcelona, Gijón, Valladolid, Zamora…..) y Europa(Gante, Breda, Oss, Carcassonne…).

sábado, 4 de agosto de 2007

Exposición NICOLAS CABRERA. Sitges









“ BOVIDS “

Si be, la representació dels braus o toros, homes i cavalls està present en la cultura mediterrània des de Lacaux , passant per les imatges egípcies , la mitologia micènica, o d’artistes de la importància de Goya o de Picasso ; o la originalitat de Nicolás Cabrera davant el repte de la tela neta que està , al nostre parer o judici, la sensació temporal i espacial que ens transmeten les seves imatges , enriquides per la sensació sonora - sorolls del silenci – que hom percep quan contempla les seves obres , rememorant el mite de la caverna i el treball al fons de la cova. Un figurativisme que surt de l’abstracte.

Especialment les representacions surten de la de la taca fosca , com si busquessin la llum , A manera d’una cacera espiritual, que cauen a la trampa màgica de la tela . Estèticament de la mateixa manera que el torero s’enfronta al toro , l’artista ho fa amb l’espai.

Temporalment els bòvids de Cabrera ens transmeten la força d’una acció continua, irracional i inparable.: vibrant , en la que sentim com que aquest no estant construïts al damunt de la tela, sinó que amb el mínim de pinzellades, que a manera d’engany, es desvelen sortint del buit, o del nostre buit interior?. La seva tècnica: citar, trempar i dominar. Això si respectant sempre el resultat expressionista de la inpronta . En aquest cas, la pintura es fruit de la reflexió i inclòs diríem , en alguns casos, de la meditació ; encara que la factura es el resultat de l’acció mes intuïtiva. I que ens revela el costat mes tràgic de la festa.

Al davant d’una obra de Nicolás Cabrera experimentem com l’obra que ens esta guaitant a nosaltres. Un joc que el pintor convida a l’espectador a sentir sense preocupar- se d’entendre o raonar. La seva contemplació ens suggereix sons de la memòria, sons de una certa tragèdia que ens orienta a vislumbrar la rel.lacio amb les imatges primitives i màgiques de l’esmentada Cova de Lacaux ( Sud de França ) , acceptada com la Capella Sixtina de l’art prehistòric, fetes fa uns vint mil anys. On per primera vegada els primers homes varen representar el toro salvatge, utilitzant tambè gran formats.

Nicolás Cabrera es un pintor, nascut a Colòmbia per atzar , i que desenvolupa les seves activitats a Sitges i que les seves imatges de toros , cavalls i toreros varen viatjar recentment amb èxit per la Xina i Estats Units.

Texto: Francisco Lara Mora.

jueves, 5 de julio de 2007

Exposición NISA GOIBURU. Sitges (Barcelona)



















METAMORFOSIS DE LA PALABRA

¡Palabra en el aire!
Que surca los sentires de nuevas ilusiones y nuevas esperanzas
Los hilos invisibles del universo dejan libre a la oruga que deviene mariposa
Sus colores tiñen mis manos abriéndose en alas , escucho la música soñada.

Mi angel ha viajado a través de los tiempos,
se abre paso entre los muros de hilos cincelados,
¡la hierba crece! Se borran sus pisadas, se refugia en su morada.

Nuevos horizontes de luz dejan paso a la nueva palabra
las viejas fronteras se difuminan, para las nuevas tengo alas;
lo que fue noche, hoy es día.

Se encienden mis mejillas con la luz del alba
seco mis ojos siguen la estela de tu ávida mirada
renacen nuevos sones de notas de mil colores
de una música olvidada.

El perfume a azahar, de la primavera de los tiempos, despierta mis sentidos que
estremecen mis entrañas,
envolviendo la noche en amor embriagador que se expande en tierras desconocidas
danzan mis células al ritmo de tu voz callada.
¡que me lleve el aire! Para eso tengo alas,
¡que me lleve el aire! a través de las altas colinas, de los mansos ríos, mares y
Desiertos, hoy me siento lisonjeada.

Texto: Nisa Goiburu.

miércoles, 20 de junio de 2007

Exposición ESCULTURA SUITE 2000, colectiva. Sitges


















ESCULTURAS


ESTHER PIZARRO
EVELYN HELLENSCHMIDT
JOSÉ SEGUIRI
ENRIQUE RAMOS
PEDRO ELORRIAGA
CARLOS G. MUELA
ANÍBAL MERLO
DORA SALAZAR
XUXO VÁZQUEZ
RAMÓN MURIEDAS

La importancia de la escultura española en el panorama artístico internacional está fuera de toda duda. Durante el siglo XX alcanzó la plenitud absoluta, convirtiéndose en una de las admiradas del mundo. Picasso, Julio González, Pablo Gargallo,  han sido considerados como algunos de los mejores escultores que ha dado la historia del arte.Y puede decirse que con ellos comenzó una estirpe. Porque el carácter español y la sensibilidad de nuestros artistas continua traspasando fronteras físicas y conceptuales como demuestra la obra de nuestros más universales escultores. Desde Jorge Oteiza, Eduardo Chillida hasta Martín Chirino,pasando por Pablo Serrano, Marcel Martí, José Luis Sánchez o Lorenzo Frechilla, entre otros, siguen demostrando cada día que España es una verdadera potencia escultórica.

No es de extrañar que las nuevas generaciones también estén marcando tendencias, abriendo nuevos caminos como continuadores de una tradición y evolución escultórica que a nadie deja indiferente, con la fuerza, la creatividad y la pasión de propuestas tan innovadoras como lo fueron en su día algunas de las que hoy son consideradas como revolucionarias. Son artistas conscientes de la herencia que la escultura española ha dejado en el siglo XX. Y están dispuestos a continuarla a lo largo del siglo XXI, sabiendo que cuentan con todos los elementos para lograrlo:la frescura de la juventud, una poderosa combinación de formación y talento y, a veces, el apoyo de aquellas personas e instituciones que luchan para impulsar esta disciplina del arte.

En ese sentido nuestra Galería ha demostrado durante una década ya de actividad, su constante interés por promocionar la escultura española en todos los ámbitos. Su permanente deseo de realizar actividades para apoyarla y difundirla, enriquecido por la dedicación personal en ellas y en el día a día de los artistas, ha dado como resultado un nuevo proyecto, cuyo principal objetivo es acercar la escultura a coleccionistas y público en general a través de las nuevas ediciones, creadas por artistas seleccionados por su indiscutible calidad. Piezas en bronce , aluminio, hierro y otros materiales que Pedro Castrortega, Manuel Bouzo, Esther Pizarro, Pep Fajardo, Xuxo Vázquez, Concha Gay, Dora Salazar, Baroja Colet, Pepe Buitrago, Evelyn Hellenschmidt y Aníbal Merlo, utilizan para demostrar su talento y su versatilidad. En este proyecto están representadas distintas generaciones de artistas, como un homenaje al pasado, presente y futuro de nuestra escultura, y que quedará plasmado en este catálogo que muestra la obra presentada. Todas la obras formarán parte de una exposición itinerante que podrá verse en distintas ciudades españolas. Porque, ciertamente, el auténtico valor del arte reside en lograr que cada vez más personas puedan disfrutarlo.

Texto: Raquel Ponce (galerista).

viernes, 1 de junio de 2007

Exposición NICOLAS CABRERA. Madrid








BÓVIDOS

Si bien la representación de toros, hombres y caballos está presente en la historia de nuestra cultura desde Lascaux, pasando por las imágenes egipcias, la mitología micénica o artistas de la importancia de Goya o Picasso; la originalidad de Nicolas Cabrera ante el reto del lienzo limpio está, a nuestro juicio, en la sensación temporal y espacial que nos transmiten sus imágenes, enriquecidas por la sensación sonora -sonidos del silencio- que uno percibe ante la contemplación de las obras,rememorando el mito de la caverna y el trabajo en la profundidad de la cueva. Figurativismo quesurge del abstracto.

Espacialmente las representaciones surgen de la mancha oscura, como buscando la luz. A modo de caza espiritual, cayendo en la trampa mágica del lienzo. Estéticamente, del mismo modo que el torero se enfrenta al toro,el artista lo hace con el espacio.

Temporalmente, los bóvidos de Cabrera nos trasmiten la fuerza de una acción continua, irracional, imparable, vibrante, en los que sentimos que éstos no están construidos sobre la tela, sino que con el mínimo de trazos, a modo de engaño, se desvelan surgiendo del vacío, ¿o de nuestro vacío interior?

Su técnica, citar, templar y dominar. Eso sí, respetando siempre el resultado expresionista de la impronta. En este caso, la pintura es fruto de la reflexión, incluso diríamos, en algunos casos,  de la meditación; sin embargo, la factura es solo el resultado de la acción más intuitiva. Revelándonos el lado más tragico de la fiesta.

Ante una obra de Nicolas Cabrera, experimentamos como ésta nos está observando a nosotros. Juego en el que el pintor invita al espectador a sentir, sin preocuparse de entender/razonar. La contemplación nos sugiere sonidos de la memoria, sonidos de cierta tragedia que nos orienta a vislumbrar la relación con las imágenes primitivas y mágicas de la citada Cueva de Lascaux (sur de Francia),aceptada como la "Capilla Sixtina" del arte Prehistórico, realizadas hace alrededor de veinte mil años. Donde por primera vez, los primeros hombres, representaron al toro salvaje, utilizando grandes formatos, en ocasiones de varios metros.

El pintor, nacido en Colombia por azar, desarrolla su actividad en Sitges (Barcelona) y sus imágenes de toros, caballos y toreros viajaron con éxito durante los últimos meses por China y Estados Unidos.

Texto: Francisco Lara Mora (comisario).

sábado, 19 de mayo de 2007

Exposición SANTIAGO TACCETTI & NATALIA ANGEL. Sitges












SANTIAGO TACCETTI.

Heredera de los dibujos adolescentes con bolígrafo, en cuaderno o block y junto al teléfono, la de Santiago Tachetti es una gráfica con identidad propia.

Su obra, inspirada en los medios masivos, el consumo popular y las culturas teen, fast-food, fashion, magazine o videoclip, recupera la iconografía de los ídolos, las costumbres y estereotipos de turno, revisándolos con trazo firme y frescos trastornos cromáticos.

Los altos contrastes, el habitual uso de colores ácidos, la combinatoria blanco/negro y los juegos ópticos y cinéticos con líneas y geometrías caracterizan su imaginería.

Siluetas de personajes hedonistas y estilizados, a veces claramente reconocibles, otras veces anónimos, remarcan un carácter estereotipado, lleno de poses y actitudes propias de la cultura visual consumista y mediática.

Escenas sociales, figura humanas y objetos aislados que hablan con ritmo, cadencia y sutil ironía de la democratización del estilo, el estrellato y el lujo doméstico, así como del frenesí informativo, el vértigo emocional y la violencia más o menos explícita que caracteriza a nuestros tiempos.

Su trabajo ha circulado por las más importantes revistas de tendencias del país; reportajes de moda; aplicaciones de comunicación publicitaria; instalaciones site-specific para eventos culturales o locales comerciales, y proyectos de colaboración e intervención de productos como la marca de zapatillas Vans.

Texto: Alex Brahim.


NATALIA ANGEL

Es una artista visual y ha incursionado en la fotografía, diseño, reportajes de moda, escaparatismo y publicidad.

Con técnicas digitales crea imágenes destellantes, ingeniosas, agudas o retadoras, a veces provocativas, a veces sublimes.

Es amante de la ludificación  del hand-core, la fantasía juvenil, los universos pop, el mass media mainstream, los dibujos animados, el síndrome de Peter Pan propio de la generación X, los chats y anuncios clasificados de sexo y publicidad.

Hace uso de los estereotipos como recurso para la convergencia de mensajes y como excusa para la transformación de materiales cotidianos y la reproducción de ciertos sueños de purpurina.

A través de la copia, el pastiche y la apropiación, reconstruye, suplementa y recontextualiza, generando intertextos multifuncionales que alejan a la comunicación de su origen, dejando solo su aura fantasmal, ala que utiliza como escenario.

El resultado: imágenes que redundan en el divertimento visual o la parodia, a la vez que exponen conceptos o visibilizan ciertas analogías acerca de la construcción social y el carácter de la comunicación misma.

Una riqueza desde el criterio estético jamás exenta de un fuerte contenido político, aquel subyace latente tras la poética pop de sensibilidad visual.

Texto: Alex Brahim.

jueves, 10 de mayo de 2007

Exposición LUIS MORO. Segovia

















PARAÍSOS ELEMENTALES.

El hilo conductor de esta exposición es el hipocampo -caballito de mar- que interpretado por Luis Moro genera esculturas, pinturas, grabados y tres lámparas que a su vez proyectan imágenes en todos los planos del espacio expositivo, paredes, suelo y techo.

La realización de las plantillas para elaborar, mediante la deconstrucción de la figura del hipocampo, una serie de esculturas de bronce, sugiere al autor la creación de unas lámparas que proyecten los huecos generados por las mismas.

Las figuras proyectadas generan una constelación de formas, luces y sombras, que Luis traslada sobre lienzo, creando su "serie negra". Aquí es donde la exposición hila con el mito de la caverna de Platón, en el que habla de cómo en el mundo vemos los reflejos de las sombras que proyectan las realidades.

El mito de la caverna es una explicación alegórica, realizada por Platón en el VII libro de La República, de la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento. Así Platón explica su teoría de la existencia de dos mundos: el mundo sensible (físico) y el mundo de las ideas (solo alcanzable  mediante la razón). Platón describió en su mito de la caverna una gruta, en la cual permanecen desde el nacimiento unos hombres hechos prisioneros con cadenas que les sujetan el cuello y las piernas, de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente,  por orden de lejanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al mundo, a la naturaleza. Por el pasillo del muro circulan hombres cuyas sombras, gracias a la  iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.

En este mito, el prisionero es el hombre: Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (mundo sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, sería el mundo de las ideas, en el cual,  la máxima idea, la idea del bien, es el sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero ya liberado el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo.

Para Luis Moro es muy importante el mensaje de su trabajo, en este caso, el hipocampo, ser mágico en vías de extinción lo usa como metáfora de los que acontece con los mares. Dando relevancia a los pequeños mundos que habitan a nuestro alrededor. El hilo conductor en su trabajo es la vida a través de los ejemplos animales que el hombre tiene olvidados. En su opinión, "Son invisibles para nosotros , pensamos en la economía y en el trabajo y quizás nos hemos desvinculado del espíritu primigenio del hombre, el cual se ha convertido en alguien ciego y sordo hacia nuestro mundo; solo vemos los signos y códigos que nosotros creamos".

Con esta exposición Moro ha pintado la noche, del mismo modo que en otras había pintado el fondo de los mares y el aire, con sus insectos.

Texto: Francisco Lara Mora.