viernes, 27 de agosto de 2004

Exposición JUAN ALBERTO ARTECHE. Segovia








COLOR EN LA ARENA.

El título de la exposición responde al proceso de investigación de pintar al óleo sobre arena de playa, pegada en madera, en un paciente y largo viaje de texturas y formas inesperadas. Donde se pueden ir incrustando todo tipo de elementos encontrados por las playas y rocas, dibujando una base inspiradora en donde el color o sus ausencia conforman un mapa para la realización final del cuadro. Tras su endurecimiento o fraguado, que dura de dos a cuatro días, se puede realizar la obra.

Este proceso de cocina es utilizado por algunos pintores para dar texturas sobre lienzos con diferentes materiales; polvo de mármol, arena, serrín, etc., pero hay muy pocos que lo fijan como base total, donde los indios norteamericanos fueron unos verdaderos maestros, suscitando el interés de los expresionistas abstractos del siglo pasado.

También es una forma de agradecimiento por mostrar su belleza natural, dejándola congelada en el tiempo y  en el espacio, colgada de la pared como un momento de fugaz de la memoria. Un macrocosmos retratado donde se posan cosas, insectos, caracolas, objetos abandonados y redes asesinas.

El pintor se inspira en visiones felices del recuerdo y el estudio, colores adivinados en paletas procedentes de lejanos lugares, luces y colores mediterráneamente sorollescos o dalinianos, gamas caribeñas, ritmos de Jazz y existencialismo, hippismo o Pop Art, se funden en un resultado personal y ecléctico, todo ello afianzado en un sólido dibujo trabajado a lo largo de su vida , como base fundamental del oficio, con diferentes técnicas: lápiz, bolígrafo, tinta china, palillo, barra, cera, acuarela o carbón.

Pero lo más importante para él es la comunicación de las ideas y sentimientos con el espectador. Amén de las técnicas útiles que utiliza, lo fundamental es la historia de cada cuadro y el resultado final de la muestra en su conjunto. Proponiendo un viaje sonriente y feliz por los rincones de la galería.

...personalmente quiero situarme en el ya antiguo oficio de pintor y, si es posible, disfrutar investigando.

Texto: Juan Alberto Arteche.


COLOR EN LA ARENA. (Antonio Madrigal).

Ese sentimiento de diluirse uno mismo como una gota de agua entre las olas del mar, formando luego nuestra persona, nuestro yo, parte orgánica de las arenas de la playa mediterránea, de los matojos y florecillas qeu pugnan por nacer entre las dunas, de los arbustos y banderas, de las algas marinas y crustáceos, esa idea del Dios-Naturaleza, o del Dios-Universo, estuvo muy en boga en los 60-70 del pasado siglo.

Era cuando el arriba firmante contaba con veintitantos años, y pensaba de manera parecida...¡Eran los tiempos hippy! Hippys y neo-hippys (y también "pseudo-hippys" que los había rematadamente falsos...) se aprestaban por aquel entonces a concelebrar la gran misa naturista del pacifismo del pacifismo, condenando todas las guerras del orbe, coronados todos con flores bajo los sonidos del sitar hindú, rodeados de "inciensos" muy particulares, de brillantes colores lisérgicos, y cabalgando Lucy por el Cielo con sus diamantes radiantes...

El artista Juan Alberto Arteche pertenece más o menos a esta época, y además participó activamente en su expresión musical pop-folk en España, ya que es persona de varias facetas: nada menos que formó parte del pionero "Nuestro Pequeño Mundo", formación emblemática que ya está en la historia del folk de nuestro país, de enorme éxito y que abrió puertas; y también de "Aguaviva, otro grupo histórico. Pero esta no es la sección de crítica musical del periódico, y tenemos que opinar sobre el Arteche pintor, que estos días expone en la galería Pau d'Arara.

Nos presenta Arteche una pequeña colección de pinturas que constituyen una patente evocación de su identidad mediterránea: el pintor es de Palma de Mallorca, es un mediterráneo ejerciente. Yo lo creo sincero, muy sano de espíritu, pero...demasiado "soleados", demasiado arenoso, demasiadas brisas, moluscos, redes y conchas hay en estros cuadros por otra parte bienintencionados. Contienen un mensaje tan lineal, tan evidente y tan recalcado, que pierde consistencia porque parecen consignas. Además, la pintura debe explicarse por sí sola, y no con coletillas literarias (conocemos artistas que pintan tanques negruzcos con margaritas que les salen por el cañón: eso es la paz", para ellos...). Estos elementos parece que se añaden al lienzo de forma gratuíta. Se me dirá que grandes pintores reconocidos incorporaron arenas y otros materiales a sus celebrados cuadros (Benjamín Palencia, en los años 30, Barceló, que incluso pegaba al cuadro chapas de botellines de cerveza y cáscaras de cabezas de camarones...). Pero lo hicieron -y ahora otros lo hacen- de una manera coherente, realizando tales incorporaciones y añadidos de una forma no gratuita, y sí natural.

De todas formas repito que considero a Arteche una persona valiosa, interesante, sincera, artista y sensible. ¿Le servirán de algo las opiniones de este crítico, que ya ha visto en su vida muchos objetos. Demasiados, pegados a los cuadros de demasiados pintores?

Texto: Antonio Madrigal. (EL ADELANTADO DE SEGOVIA, 15/09/2004).

sábado, 7 de agosto de 2004

Exposición CARLOS COSTA. Sitges








PINTURAS, CARLOS COSTA (Segovia, 1966).

Como otros artistas, ha mirado el pasado largamente después de sentirlo, admirarlo y aprender su ciencia y ha descubierto que las imágenes del ayer, las imágenes de un ayer revisitado, llevaban debajo de su piel imágenes de un hoy de técnica mixta, con un ánimo cubista, muchas emociones abstractas, alguna veleidad barroca y resultados decididamente pictóricos.

Estos descubrimientos han sido el resultado de una labor de descubridor, de revelador, iniciada desde el escalón más elemental y sustantivo de la pintura, el de la constitución de la paleta, para lo que ha viajado por tierras de Segovia buscando en los areneros, los collados y los caminos los pigmentos terrenales en los que pudiera resplandecer la luz y se armonizaran las presencias simultáneas del pasado y el presente de las imágenes. Nombres como Camino de Orejana o Arenero de Alameda, lugares de donde obtuvo los pigmentos, apoyan silenciosa pero realmente y con toda su fuerza las evocaciones italianas y los silencios holandeses junto a la heterogeneidad matérica y la sensibilidad temporal, uniendo las dos vertientes de su pintura, ayer-hoy, en un mismo trazo artístico.

Jesús Mazariegos escribía: ¿Qué es lo que ha logrado Costa con sus propuestas? Su mirada al pasado desde el presente la limpia de otras referencias contemporáneas porque él abre los frutos artísticos, para desvelar las otras realidades que se esconden en los materiales, arpillera que subyace, materia terrosa que limita o invade, papel que ayuda a fragmentar, a cambiar de dirección las imágenes humanas de medio cuerpo, cabeza o rostros que se extienden sobre el soporte. Abre el fruto artístico para ofrecernos una peculiar visión de la modernidad, visión que el público ha entendido y apreciado... En estos días en los que se respira la sensación de que muchas cosas finalizan, Costa plantea la más radical de las reflexiones y la explica sobre el lienzo en distintos lenguajes. Es una reflexión sobre la gran historia de la pintura: no hay progreso, no es un camino de perfección, no sirve para contar historias, no tiene fin. Costa ha viajado alrededor de la pintura y el final se ha convertido en principio” .

Texto: Adolfo Castaño (ABC 27/05/2000).