viernes, 21 de marzo de 2003

Exposición BELÉN ÁLVAREZ. Madrid


OBJETOS LUMINOSOS.

Belén Álvarez lleva años dedicada a una actividad muy personal, la construcción de objetos luminosos. Pintora de sutiles bodegones y retratista, compagina estas actividades con lo que ha resultado ser su más firme vocación: la transparencia.

En las 21 obras que presenta ahora, predomina un tema, los fuegos artificiales y una sensación, la noche. El conjunto de piezas corresponde a dos series. La de ejecución más reciente, basada en una visión más intimista de los fuegos artificiales, y otra anterior que trata de la naturaleza, de los ámbitos más recónditos, a veces microscópicos, de la vida.

Belén viene experimentando con diversos materiales y técnicas en busca de un mejor resultado expresivo y también, no olvidemos el aspecto material de obras, una mejor construcción. Las que ahora presenta son cajas luminosas de formato y tamaños diversos.

En su obra destaca la elegancia del trazo y la sensibilidad para el color. Color que la luz misma se encarga de revelar por transparencia,  adentrándose y adentrándonos en el misterio de los materiales y pigmentos que atraviesa. Se trabaja con la luz y conviene a la penumbra. Es luz que no necesita justificaciones, cajas que dejaron hace mucho de ser  lámparas, si alguna vez lo fueron, y parecen linternas mágicas que se expresan plenamente en una discreta sombra.

Con Belén la luz se refugia en la materia y desde allí nos propone su misterio. La sensibilidad de la artista consigue que la luz revele matices, gradaciones, contrastes y cierta magia. Una obra que es pintura, escultura, fotografía y algo más que cuesta definir y es lo que presta a estas cajas su mayor interés. Hay en ellas una indudable, pero bien asimilada, influencia oriental, Alguna de las figuras, tanto si están hechas con materiales naturales, hojas o flores secas, como si están realizadas por medios puramente pictóricos, nos recuerdan ideogramas.

En la serie Fuegos artificiales, la artista juega a detener y retener su luz, tan repentina y efímera, en trazos esenciales: una gota de luz puede bastar para evocar el movimiento, la explosión. Huye del color y el brillo excesivos, su aproximación es sosegada y ha sacrificado con sabiduría la espectacularidad que habría dominado el conjunto y perjudicado el equilibrio que le permite hablarnos reposadamente.

Penumbra, misterio, unas cajas que invitan a ser contempladas con detenimiento  y que sin duda crean un espacio muy sugerente.

Texto: Rafael Colorado.

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OBJETOS LUMINOSOS

En estos objetos son protagonistas las hojas secas, las conchas y las piedras. Con estos materiales confecciono collages que recubro con fibra de vidrio para darles solidez y compacidad. También utilizo la resina de poliéster como soporte o contenedor de los mismos. Están construidos artesanalmente, sin intención de hacer prototipos, y cada objeto es pieza única y ha supuesto un problema diferente.

Los denomino “objetos luminosos” porque su función no es servir a la lectura ni a la creación de ambientes, aunque si esto se consigue por añadidura, para mí es una satisfacción. Mi propósito fundamental es iluminar materias traslúcidas para mejorar su visión. La luz interior nos descubre aspectos casi microscópicos, por ejemplo en el intrincado encaje de las nerviaciones secundarias de las hojas o insinuándonos la cavidad espiral de las conchas a las que nos asoma.

La luz se convierte aquí en el factor lúdico, tal vez no imprescindible, pero descubridor de matices de color, transparencias, diseños y estructuras ocultas. Esta iluminación no es casual ni aleatoria, no ha sido añadida después, sino que desde el principio trabajo con ella y define la composición.

Los diseños son alusiones, copias y combinaciones de determinadas estructuras/arquitecturas anatómicas. Así, las estructuras de las escamas de los peces y los reptiles, y a las plumas de pájaro, están recreadas por el hombre en antiguas cotas de malla y tejados de las casas, o en esas formas tubulares que construyen las larvas acuáticas de los tricópteros uniendo diversos materiales en su entorno.

Cuanto más nos adentramos en los mundos submicroscópicos, más los vemos como sistemas de estructuras y componentes inseparables interrelacionados de los que el hombre forma parte íntegra, no sólo en sí mismo, sino en cualquiera de sus manifestaciones físicas, intelectuales o instintivas.

Texto: Belén Álvarez.