sábado, 1 de agosto de 2009

Exposición EGIPTO EN LA COLECCIÓN DE HAMDI ZAKI. Sitges (Barcelona).


EGIPTO EN LA COLECCIÓN DE HAMDI ZAKI


La Galería Pau d´Arara celebra sus diez años de actividad en Sitges con la exposición “Egipto en la Colección de Hamdi Zaki”, una selección de obras de la colección de Hamdi Zaki, realizada a lo largo de más de treinta años de viajes por el país del Nilo. Amigo del pintor catalán Joan Abelló, a quien tuvo ocasión de ciceronear en los viajes que dieron lugar a su interesante colección de pinturas sobre Egipto, Hamdi Zaki es escritor, egiptólogo e hispanista, especialista en viajes a Egipto, y fue durante diez años consejero de turismo de la Embajada de Egipto para EEUU,América Latina, España y Portugal.

Se trata de una colección de diferentes artistas/artesanos. Baste recordar unas frases que dijo Abelló sobre estas obras, "tienen un colorido muy típico y en seguida te trasladan a Egipto" y añadió, "te da la impresión de antigûedad, es decir la obra presenta un tema centenario, el autor pudo emplear sus colores con mucho éxito de manera que nos hace preguntarnos si estas obras son de hace dos o tres siglos”.

La colección de pinturas de Hamdi Zaki es un recorrido por Egipto su gente , costumbres, historia , callejuelas, cafés, artesanos... Las obras de la Colección son de varios autores egipcios : Mohamed, Said, Kamal, Fathy y Hamdi entre otros.

La inauguración de la exposición contará con la presencia de Hamdi Zaki, que hablará sobre “Egipto, fascinante pasado y presente”: “El Cairo es una ciudad milenaria que fascina con sus mezquitas, callejones, celosías, arcos, palacetes, museos, pirámides, mezquitas y con sus más de 35.000 cafés repartidos entre los barrios populares. Los cafés tienen un papel muy importante en el mundo egipcio. Son un foco de influencia en su vida social, política y artística; son el espejo que refleja la historia, las costumbres y el lenguaje del pueblo. Tiempo atrás, el café era el núcleo donde estallaban las manifestaciones en contra de la ocupación inglesa de los siglos XIX y XX. Aquellos y los de ahora son un descubrimiento de nuevos cantantes, bailarinas, actores... En su regazo acogen a los intelectuales, que encuentran en él su fuente de inspiración y el locus amoenus de sus obras literarias. Un claro ejemplo de esta influencia es la experiencia del Premio Nobel de Literatura, Naguib Mahfuz. Varios cafés de El Cairo han sido y son uno de los pilares más importantes dentro de sus novelas y cuentos: las experiencias vividas en ellos, las historias de los que frecuentaban dichos cafés, los encuentros con sus amigos y conocidos... Era tanto el tiempo que pasaban en el café que, a Mahfuz y sus compañeros, se les llamaba el harafish, que significa «los que no tienen casa». 

Algunos de estos cafés se convirtieron en los favoritos del escritor, como el de El Fishawy (siglo XVII-XVIII ), que sigue hasta la actualidad con esplendor en El Hussein (Khan El Khalili). Es el más representativo de El Cairo, a lo largo de su historia fue testigo de las veladas de los intelectuales de todo el mundo como Taha Hussein, Tawfiq El Haquim o el mismo Mahfuz, entre otros; y también fue donde se reunían líderes políticos, artistas, futbolistas junto con la gente sencilla del pueblo. Otro es el café Rish en el centro de la ciudad. O el Al de Jan Gaafar, cerca de la plaza Beit El Kadi, al que Mahfuz iba con su madre cuando era niño. El café Orabi, situado en la plaza de Al Abbasiya, era el lugar escogido por Mahfuz para pasar las horas con sus amigos. El Premio Nobel relata que dicho café, cuyo nombre procedía de un bravucó, tenía muchísima importancia e influencia en la vida de los egipcios hasta tal punto que algunos líderes políticos acudían a él en busca de Orabi para que les ayudara a conseguir más votos. Hay otro café entre los preferidos del escritor —y que menciona en su trilogía Entre dos palacios, La Azucarera y El palacio del deseo— el Ahmed Abdallah, en el barrio de Khan El Khalili. Eso sin olvidarse del café Om Kulzum, situado en la bohemia y concurrida calle de Emad El Din.

Pero hablar de estos cafés remite, inevitablemente, a la música, al rababa «un instrumento faraónico parecido al violín». A principios del siglo pasado y hasta los años 70, el café contaba con un poeta popular que cantaba las leyendas y los cuentos populares mientras una doncella bonita bailaba la danza del vientre. Esta grata imagen se fue perdiendo progresivamente con la llegada de la radio a Egipto (en 1936) y, más tarde, en el año 1959, de la televisión. Sin embargo, en algunos cafés aún se mantiene esa costumbre tan folclórica. Prueba de ello es que al ojo avizor y a la pluma inquieta de Naguib Mahfuz no se le ha escapado esta tradición y así lo ha reflejado en algunas de sus novelas como en El callejón de los milagros, Koshtomor y en la trilogía anteriormente mencionada.

En la actualidad, raro es no encontrar un café en el que no suene la música, ya sea procedente de un canto en directo o de un radiocasete. En ellos se siguen escuchando las voces de los grandes intérpretes, aclamados por el país, tanto los clásicos como Om Kulzum, Abdel Wahhab, Abdel Halim o Shadia; como los más modernos como Amr Diab, Mostafa Amar, Ihab Tawfiq, Ali El Haggar o el ya internacional Hakim, entre otros”.

La inauguración de la exposición tendrá lugar el próximo sábado, 1 de agosto, a las 20,00h y se podrá visitar hasta el 20 de agosto en la Galería Pau d´Arara de Sitges.

Texto: Hamdi Zaki y Francisco Lara Mora.